Nadador cósmico
Cayó la noche y entramos al mar. La luna no ha salido aún. Se ven las estrellas. Miles. Cientos de miles. No hay olas importantes y el filtrado es sencillo. Nuestros torpedos llevan una baliza lumínica. Nos maridamos para entrar. Llevamos trajes de neoprene y el agua se siente tibia. Luego de la rompiente el mar está calmo. La idea es adentrarnos unos 700 metros y derivar un rato. Aprieto el nado para alejarme de la orilla. Está oscuro y casi no hay viento.
Pero estoy alucinando. Mis brazos despiden chispas verdes cuando entran al agua. Me quito las antiparras, muevo el agua. Más chispas! Alguien dice: “Noctilucas”. Pequeños microorganismos luminosos que se activan al moverse el mar. Son miles. Como aquellas de las que habla Tom Hanks en la película “Apolo XIII”. Nadamos mar adentro. Miramos la costa desde la profundidad del mar oscuro. Es de noche. Hacemos silencio. Bajamos las balizas. Usamos el torpedo como almohada y flotamos boca arriba a la deriva. Miles de estrellas en el cielo. Se ven algunos satélites moviéndose. El traje de neoprene me abriga y da flotabilidad. Puedo quedarme aquí a dormir. Miles de estrellas en el cielo. No me cansaré de repetirlo. Como el protagonista de 2001 Odisea en el Espacio: “It is full of stars…”. Me arrastra la deriva, en realidad es la hermana luna. Agito el brazo en el mar y se encienden las noctilucas. Parecen estrellas. Soy un nadador cósmico que deriva inmerso en un fluido estrellado. Estrellas hacia todos lados. Creo universos lumínicos efímeros ante mi propia eternidad. Inmerso, en mi propia creación. Nado en el cosmos. Soy un nadador cósmico. Qué privilegio!
Nota: El último sábado hicimos una incursión nocturna en el mar de San Clemente del Tuyú con el grupo de Aguas Abiertas (https://www.facebook.com/aguasabiertastravesias) que comanda Gustavo García Gualtieri y su equipo. Un privilegio.